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Gran Hermano: El programa que vino a resucitar por un rato a la tele argentina

Mientras un sector de la población menosprecia a los televidentes del reality, el programa lidera el rating y genera debates que trascienden el devenir del juego.

Hace ya varios años que la televisión viene cayendo notablemente en sus niveles de audiencia. Las redes sociales, las plataformas con contenido on demand y la falta de producciones que generen interés en los televidentes pueden ser algunos de los motivos que expliquen este retroceso. Sin embargo la irrupción de Gran Hermano 2022 en la pantalla de TELEFE vino a resucitar por un rato a la TV argentina.

La franquicia argentina del programa neerlandés Big Brother, lidera las mediciones de audiencia en el país, superando incluso a la suma de todos los demás programas que compiten en ese horario. Aunque en términos históricos está muy lejos de los números que tuvieron los programas más taquilleros de las décadas del 90, 80 o 70 y de algunas transmisiones históricas, como los mundiales de fútbol, la llegada del hombre a la luna o el casamiento de Evangelina Salazar y Palito Ortega. Incluso durante los primeros 15 años del siglo 21 hubo programas que superaron holgadamente los 30 puntos de rating.

Pero el éxito de Gran Hermano, no se agota en la pantalla chica, se multiplica en las redes sociales, un poco por iniciativa de la producción y otro poco por el interés que genera el programa. La productora banca a generadores de contenidos que ven el programa en vivo y van reaccionando en directo a lo que ocurre en la casa más famosa del país. Algunas veces hasta entrevistan y analizan el devenir de las acciones de los hermanitos junto a jugadores que abandonaron la casa.

Gran hermano es al menos cuatro programas en uno: El sainete costumbrista que refleja la sociedad y su estratificación, la telenovela en la que hay amores que se consuman y otros no correspondidos, el programa de juegos en la prueba del líder y el programa de chimentos, con un panel que cuestiona a los participantes y los juzga moralmente.

Pero el panel también ha conseguido que se instalen en redes sociales algunos debates que trascienden el juego: como el maltrato a la mujer, la gordofobia, la gerontofobia y la exclusión social, entre otros. Al mismo tiempo, desde el sentido común de un sector de la clase media no comprenden cual es el atractivo del programa y subestiman al televidente que consume este producto sin reparar en que Gran Hermano ha sido disparador de estos debates, no solo en las redes sociales, sino también en la mesa familiar.

Los televidentes aman el programa porque pueden ver actuando en la vida real a los personajes típicos de las novelas, pero mejorados: el villano, tiene gestos humanos, la que entro con el sello de ñoqui es la que mantiene la casa en pie, una chica linda del conurbano que va tras un sueño pero no come vidrio, el muchacho marginal que se mantuvo en el juego durante semanas gracias a sus aptitudes físicas, el carilindo, el bueno, el que nunca termina de concretar, el gracioso, la linda que es mala, la que escucha, el que lleva y trae y muchos más, todos juntos en la casa más famosa del país.

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