Durante la tercera edición del Programa “Verano Activo” la ministra de Educación sostuvo que “la educación de Santa Fe no hace agua, se tira a la pileta y es un auténtico salvavidas”. La realidad nos muestra que el sistema educativo provincial es un barco hundido.
Semanas atrás el Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, habló sobre el derecho al verano, el cual no es tema de debate en estas líneas, pero nos acerca mucho a la implementación de estas estrategias que nacieron para la revinculación de los estudiantes que el sistema educativo “perdió” en
pandemia, pero que no forman parte de ningún dato estadístico porque, por el contrario, entre 2020 y 2021 hubo, según las autoridades, un superávit de estudiantes en las escuelas santafesinas.
Verano Activo es un intento de escuela de verano, devenido en colonia recreativa subvencionada con presupuesto del Ministerio de Educación. En la presentación oficial vía Twitter podemos leer que “esta línea de acción está destinada a dar continuidad y acompañamiento a las trayectorias escolares de chicos y
chicas. Se desarrollará en 259 sedes en toda la provincia con propuestas recreativas, lúdicas, artísticas y deportivas”.
¿Está mal que el Estado implemente programas para que los chicos puedan asistir a piletas de manera gratuita y disfrutar el verano en lugar de padecer el calor? Por supuesto que no. ¿Está mal que se busquen alternativas de verano, incluso con juegos con agua, para sostener el vínculo pedagógico entre los
estudiantes y “la escuela”? En absoluto. El quid de la cuestión siempre está en la implementación de estos programas y estrategias.
Y en esas pocas líneas del tweet oficial tenemos información importante, las sedes no son escuelas, las propuestas no son pedagógicas.
En nuestra provincia, la mayoría (por no decir todas) de las municipalidades y comunas llevan adelante políticas desde las áreas de desarrollo social para poder garantizar el “derecho al verano” y promover la igualdad de oportunidades. Si uno es consciente de que el 75% del presupuesto de la cartera educativa
corresponde a salarios y piensa en la optimización de recursos, el análisis es simple y rápido: no sería necesario que el gobierno provincial, desde el Ministerio de Educación, destine fondos para algo que ya está cubierto.
Durante el “trienio” de pandemia (inventado para justificar malos resultados) los estudiantes de los niveles primario y secundario fueron arrastrando dificultades al ir pasando a cursos superiores sin adquirir los contenidos básicos del año anterior. Para las autoridades educativas la solución era casi mágica: el docente debía acompañar a cada uno de los estudiantes (en aulas superpobladas) para que logre en meses lo que no pudo en 2 años, por ejemplo. Ahí era donde había que destinar los fondos, en estrategias de contención y acompañamiento desde lo vincular y lo pedagógico.
Sin políticas de “refuerzo” durante el ciclo lectivo, nos encontramos nuevamente ante la necesidad de “salir a buscar” a los chicos que se perdieron. Según anunciaron las autoridades hay que recuperar 4.000 estudiantes que finalizaron el nivel primario y aun no se inscribieron en el secundario; sin estrategias de
revinculación de aquellos que dejaron la escuela dentro del mismo nivel. Y digo nuevamente porque esta búsqueda ya se había puesto en práctica en marzo 2022, cuando intentaron aunar esfuerzos con los gobiernos locales. Es esa oportunidad, y según números oficiales, se debían recuperar 3.992 estudiantes
que habían terminado 7° y no se habían inscrito en la secundaria; a 1.807 no los pudieron “encontrar”.
Autoridades ministeriales que parecen navegar sin brújula, docentes y directivos sometidos al desgaste permanente, familias desorientadas sin comprender las “nuevas reglas” que rigen en la educación de los chicos y estudiantes apáticos a los que les da lo mismo aprender y esforzarse que no hacerlo porque “total
se pasa igual”, que para ellos es lo importante de su escolarización. El sistema educativo santafesino no hace agua, es un barco hundido.
Virginia Valenzisi
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