Con el dato confirmado por el INDEC, la inflación argentina para el año pasado, fue la cuarta en el mundo, solo superada por Venezuela (305%), Zimbawe (244%) y Líbano (142%). En quinto lugar se ubicó Turquía, con un 64%.
A pesar de esos datos, desde el Gobierno celebraron no alcanzar la cifra de los tres dígitos, como si esa meta fuera más benévola hacia los argentinos que sufren el aumento diario en el precio de los bienes y servicios. Sergio Massa desde Tw declaró “El número de inflación de hoy nos muestra un camino a la baja, pero no alcanza ni debe conformarnos. Por eso quiero invitar a cada sector a que juntos recorramos ese camino que arrancó en 7,5%, para cuidar la salud de nuestra economía.” Casi al instante, bajo aplausos en un acto público, dejó claro que su carrera como equipo era la de bajar la inflación, no la de ser candidato a presidente, como si el número recién anunciado hubiera sido un éxito. En consonancia con esto, la Vocera Presidencial, Gabriela Cerruti agregó que "el objetivo se está cumpliendo" a nivel económico.
Lo que desde el gobierno no aclaran, es que este dato se alcanza a pesar de la batería de medidas para influir en el número final, estableciendo precios máximos y acuerdos de aumentos en productos y servicios. De esta forma, el programa “Precios justos”, el tipo de cambio oficial anclado y casi inaccesible para el ciudadano común, como el congelamiento en tarifas de servicios públicos fueron apenas algunas medidas para no lograr un título peor, la de una inflación de tres dígitos. Vuelve de esta forma a la escena la construcción de un relato victorioso por sobre la realidad del bolsillo del ciudadano.
De esta forma cuando observamos el desagregado por rubros, se nota que dentro de aquellos que aumentaron por encima del 100% se encuentran bienes y servicios de consumo masivo.
Pan y cereales (108,8), leche, productos lácteos y huevos (110,4), aceites, grasas y mantecas (112,1), frutas (129,1), verduras, tubérculos y legumbres (174,4), bebidas alcohólicas (124,9) prendas de vestir y materiales (129,2), prepagas (100,9) y Restaurantes y comidas fuera del hogar (108,0) son algunos ejemplos. Del otro lado de la balanza, los que menos aumentaron de forma interanual, fueron Carnes y derivados (62,4), Tabaco (70,2), Electricidad, gas y otros
combustibles (74,8), Transporte público (62,0), Servicios de telefonía e internet (64,6) y Servicios recreativos y culturales (69,2). Queda de manifiesto la diferencia de incrementos en aquellos rubros con precios libres, frente a aquellos de intervención estatal, tanto nacional como local.
En resumen, a futuro queda la expectativa de un ministro de economía que toma como ganancia no haber llegado a una inflación de tres dígitos, pero que se encuentra entre las más altas del mundo y la peor de los últimos 32 años. A su vez, si sumamos los aumentos contenidos en los últimos meses (tarifas de luz y gas, combustibles, transporte, etc) junto a variables indexadas (alquileres, o créditos UVA), y a la probabilidad de aumentar el gasto público por tratarse de un año electoral, va a ser muy difícil para el año 2023 lograr moderar una inflación por debajo del 60% como se plantea desde el proyecto de presupuesto presentado por el gobierno nacional.
Además, hay que agregar al análisis para el 2023, el impacto de la sequía sobre el precio de los alimentos como el trigo o la carne vacuna. Pero la moderación del índice va a estar igualmente contenida por la continuidad de los acuerdos de precios.
Nicolas Fossato
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