Hace apenas unos días en San Jerónimo Sud, comenzaron a circular imágenes de contenido sexual de mujeres jóvenes de la localidad y de algunas otras de la zona. Se decía que eran fotos o videos con algún nivel de edición. Se presumía que alguien había manipulado contenidos pornográficos a los que agregaba los rostros de habitantes del pueblo, te lo contábamos en Carca24, por estos días el asunto comienza a develarse lentamente.
Todo estaba estancado pero el 28 de septiembre algo se movió. Una mujer del pueblo se presentó en la comisaría. Dijo que se sentía perjudicada a nivel personal. Afirmó estar desconcertada ante la reiteración de planteos que le parecían incomprensibles y que quería saber de dónde provenía todo aquello.
La comisaría comunicó a la fiscalía de San Lorenzo lo denunciado. Era la primera referencia en un caso donde todos se movían a ciegas. Sobre todo cuando el delito supuesto es de instancia privada, es decir, requiere que la víctima pida su investigación, que no se puede hacer de oficio, como por ejemplo un delito contra la propiedad. Pero el planteo de la mujer sería la punta de un hilo.
Desde la fiscalía a cargo de Aquiles Balbis se centraron en el relato de la denunciante, averiguaron quien era y no surgió nada anormal. Pero cuando examinaron a su pareja, un hombre de 49 años, encontraron un dato por demás de llamativo: había tenido un único antecedente penal, que terminó en el archivo, por distribución y circulación de material pornográfico, a raíz de una denuncia de la entidad civil Missing Children.
No había ninguna carga imputativa pero resultaba sorpresivo y sugerente. Por eso se ordenó un allanamiento a su casa de San Jerónimo Sud. Se realizó el viernes pasado, 6 de octubre. De su vivienda se llevaron seis teléfonos celulares, dos pendrives, una notebook 29 CDs y DVDs, una cámara fotográfica y cinco archivos de memoria.
Missing Children llegó al hombre bajo sospecha, marido de la denunciante, a partir de una dirección IP, que es el número exclusivo que identifica a dispositivos informáticos: cualquier computadora, laptop o teléfono inteligente conectada a la red y que permite llegar a esos aparatos. Con ello llegaron a este vecino de San Jerónimo. Pero en su defensa, entre otros argumentos, alegó que la red de wifi, que era de una verdulería contigua a su casa, era usada por una cantidad indeterminada de personas lo que volvía imposible probar quién había bajado esos contenidos. Eso obligó a cerrar el legajo por falta de evidencia.
Ahora se deberá establecer si los contenidos son verdaderos o falsos, que es un problema no de curiosidad sino de índole penal. Si hubo un montaje no hay delito penal aunque se puede dar lugar a una acción civil por el resarcimiento o reparación que puede caber. Otra cosa es si alguien se apoderó indebidamente de contenidos auténticos que las víctimas pudieron haber registrado y los puso a circular a manera de escarnio. Eso sí es perseguible penalmente siempre y cuando la víctima impulse la acción. En rigor, si hay una edición o robo de imágenes auténticas es algo que ni en sede policial o judicial se sabe.
No hay nada para atribuirle mérito a la mujer desde cuya línea se distribuyó material que vive con una persona a la que llegaron porque desde su IP circulaba, hace siete años, material porno. No hay responsable de una maniobra pero sí una explicación insinuada. Para algo que había sido completamente fantasmal.
Algo cambió cuando una vecina se presentó y contó que le señalaban que los contenidos se viralizaban desde su teléfono. Hay una pesquisa abierta, material abundante a peritar y de allí se establecerá lo que pasó y si hay un responsable.
Gentileza Diario UNO Santa Fe
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