La historia que cuenta el largo plazo del clima, la producción y la economía, nos muestra que esto ya ocurrió, sequías, costos altos, magros rendimientos, contextos macroeconómicos complejos, etc., sin embargo, la coincidencia de eventos, frecuencia e intensidad con la que se presentan en los últimos años, no tiene precedentes. Esto hace que necesariamente tengamos a la vista e interpretemos las variables que se interrelacionan, afectando la realidad tanto tranquera adentro como a nivel nacional.
En el siguiente cuadro, a fin de compactar lo ocurrido desde el 2020 hasta la fecha, y lo que podría ocurrir los próximos meses, en materia climática, productivo y económica, se plasman algunos indicadores claves para las tres campañas, la 20/21, la 21/22 y la 22/23.
En primer lugar, se destaca que las tres campañas estuvieron atravesadas por el evento “La Niña”, con el Océano Pacífico a -1°C por debajo de la temperatura normal, esto marca un evento intenso, que trae lluvias inferiores a lo normal y con menor frecuencia, reduciendo progresivamente las reservas de humedad de los suelos. Los mapas muestran el porcentaje de agua útil, es decir, el agua que puede ser extraída por los cultivos, visto en el mes de septiembre del 2020, 2021 y 2022. Vemos en estos mapas que la zona delimitada con un circulo, zona de mayores niveles productivos en el país, tiene diferentes rangos de humedad en los tres años para esta época, y los colores muestran que este es el año con menor nivel de reservas, entre 0% y 20% de humedad, prácticamente desprovisto de humedad. Con esta realidad, vemos el volumen de cosecha de las últimas dos campañas, considerando la suma de trigo, soja y maíz (son los cultivos que más superficie ocupan a nivel nacional), y la expectativa de cosecha de la 22/23, aunque las expectativas de cosechar 118 millones de toneladas, son muy dudosas, considerando el fuerte impacto de la sequía sobre el trigo implantado, y las dificultades para sembrar maíz temprano.
A fin de repasar lo ocurrido e inferir en lo que vendrá, vemos los rendimientos promedio nacionales de los tres cultivos, en la 20/21 y en la 21/22, la pregunta es cuál será el rendimiento promedio de trigo este año, considerando que 28 quintales por hectárea fue el rendimiento promedio de la 20/21, y estamos en peores condiciones que en esa campaña, también maíz, que viene recortando rendimiento promedio. Por tanto, hay un signo de interrogación para el rendimiento de la presente 22/23, que afectara inevitablemente al volumen nacional de cosecha.
Por otro lado, se indica el costo por hectárea de los tres cultivos, expresado en quintales por hectárea de cada uno de los granos, según costos de implantación (labores + insumos), cosecha, comercialización y alquileres, para niveles tecnológicos y productivos del Sur de Santa Fe, y los quintales comprometidos de soja, no habrían variado en las tres campañas, mientras maíz aumento levemente, compensados los altos costos por mayores precios de los granos, y trigo aumentó notablemente. Ver los costos en volumen de granos, explica cuál debiera ser el rendimiento mínimo, para recuperar los costos asumidos, y el riesgo de pérdidas o contra márgenes, en caso de recortes productivos.
Para pasar al aspecto que afecta directamente la macroeconomía nacional, repasamos los volúmenes de granos exportados en los tres años, sumando los millones de toneladas de trigo, maíz, soja y harina de soja exportados de enero a diciembre, por lo que hay que hacer la salvedad que tenemos los datos de enero a julio del presente año, lo que hace que los volúmenes exportados sean muy altos, considerando que faltan los registros desde agosto hasta diciembre 2022.
Las divisas ingresadas por estos tres granos, en millones de Dólares, se logran a partir de ls volúmenes exportados y los precios de exportación, que fueron en alza para los tres granos, desde el 2020 hasta hoy. La amenaza para los próximos meses, es un contexto de buenos rendimientos en otros países productores y exportadores, como es la expectativa para nuestros países vecinos, Brasil, Uruguay y Paraguay, y/o una disminución en la demanda global de granos, que traiga recortes de precios internacionales, y esto se sume a una pobre cosecha local, generando un potencial menor ingreso de divisas para el año entrante, 2023.
Por último, hacemos un repaso en las variables macroeconómicas locales de los últimos tres años. Vemos la aceleración de la inflación, desde 36% en 2020 a casi 80% de hoy, y su desarticulación con el ritmo devaluatorio, notablemente inferior a la inflación los últimos dos años. En cuanto a la tasa de interés establecida por el Banco Central de la República Argentina, tenemos un esfuerzo por mantenerla en torno a 38%, hasta enero de este año, en que comenzó a subir hasta el nivel actual de 78,5%, en esfuerzos por alinear la tasa de interés a la inflación local.
Conclusiones: Tal como se comentó al inicio, tener a la vista las variables que atraviesan la realidad local, debe llevarnos a interpretarlas y tomar decisiones en consecuencia. Cada milímetro de agua caída, cada quintal cosechado, cada divisa ingresada a nuestro país, deberá ser estratégicamente administrado, dado que no sobrará lluvia, las reservas son casi nulas en el suelo, los costos ya están afrontados para la campaña 22/23, y la cosecha no está garantizada, ni la continuidad de altos precios internacionales. Tres sequías, tres cosechas, tres contextos que marcan el rumbo de los próximos meses, que podrían ser de sequía no solo en lo climático, sino también en lo monetario. Las divisas del agro están en riesgo y la gestión será la que marque la diferencia entre quienes atraviesen este contexto con salud o diferentes niveles de daño.